Nací bastante perplejo un 8 de marzo de 1959, en Barcelona. Mis padres, Miguel y Pepita, se alegraron de verme, a pesar de todo. Me crie en el popular barrio de Poble Sec, el mismo del que es oriundo Joan Manel Serrat. Señalo que nunca hemos compartido derechos de autor.
Mi padre me enseñó a leer y a escribir, porque pensaba que éstas cosas no podían delegarse en otros. Así, a los cuatro años agarré un lápiz y un papel en blanco y no los he soltado hasta hoy.
He ejercido muchas profesiones, algunas incluso ya desaparecidas: aprendiz de oficina siniestra, dibujante de estampación, dependiente de comercio crepuscular, asesor de políticos y organizaciones empresariales, friega platos, responsable de una organización de consumidores, enganchador de carteles, cantante de ópera, guionista de radio y televisión, animador socio cultural, sea lo que sea eso, profesor de adultos, descargador en los muelles, segurata, periodista y escritor. Por abreviar.
La vida, que de vez en cuando toma conmigo café, me ha permitido trabajar como guionista de grandes profesionales. Entre otros, Luis del Olmo, Javier Sardá, Raffaella Carrá, Julia Otero, Jesús Hermida, Alfredo Amestoy, Valerio Lazarov, Josep Cuní, Joaquim María Puyal o Josep María Bachs. También, debo reconocerlo, para Mari Carmen y sus muñecos, Jordi LP o Albert Castillón.
He presentado y dirigido mis propios programas de radio y televisión. En COM Ràdio, Això no Toca, S’ha acabat el Bròquil, La Divina Comèdia i Digues COM; en televisión, Osados, en Antena tres, y Sospitosos Habituals, en el circuito catalán de RTVE.
Me han dado algún premio por cosas que he hecho, dicen: el Imaginarium al mejor comunicador, ex aequo con Buenafuente, el Ciutat de Barcelona de Radio y Televisión por unanimidad del jurado, la Mención de Calidad de Radio Associació y cosas así. Incluso alguna medalla que debo tener guardada por ahí.
La autoridad competente, siempre generosa conmigo, me ha permitido ejercer el periodismo de opinión. Desde el 2002 escribo en El Mundo de Cataluña y he dicho cosas impertinentes en E-notícies, El Debat, Factual o El Plural, así como en tertulias televisivas de ésas en las que todos gritan y nadie tiene razón.
Entre tanto lío aún me ha dado tiempo a escribir novelas, mi auténtica afición. De momento, llevo siete y estoy trabajando en la octava.
Para los amantes de las estadísticas, estoy casado, tengo un hijo, soy miope y fumo en pipa.
Y no me creo nada. Bueno, sí, creo en la gente humilde y trabajadora, en el potencial que tienen la cultura y el arte como motores de civilización, en la libertad, el respeto, la justicia social y, sobre todo, en Batman, el Capitán América, La Sombra, el Conde de Montecristo y Sherlock Holmes.
Luego no digan que no les he advertido.